viernes, 3 de septiembre de 2010

MALLARMÉ


Mallarmé

(1842- 1898)



En contraste con Rimbaud, Mallarmé era obstinado y riguroso.La lectura de “Las Flores del Mal”, define su gusto por la poesía y lo aleja de las románticos.
Para Mallarmé hay que combinarlas entre sí y hacer surgir sus analogías que permitirán el descubrimiento de los recíprocos significados. De esta superposición de imágenes surgirán sus poesías.El simbolismo de Mallarmé permitirá el intercambio de lenguajes entre los entes, es así que “La egloga” inspira a Debussy su preludio de igual nombre, y en esta música se inspirará Nijinsky para revolucionar al ballet, en 1912.
El altísimo ejemplo poético y la tensa exigencia teórica de los poetas mencionados, tardaron algunos años en ser plenamente comprendidas y asimiladas y en fructificar en una nueva oleada de grandes poetas, varias de ellas recibieron el Premio Nobel, fueron figuras conocidas y respetadas. Finalmente la herencia fue recibida por la poesía moderna.
Leamos el poema de Mallarmé:

La tumba de Edgar Poe

Tal como al fin el tiempo lo transforma en sí mismo,
el poeta despierta con su desnuda espada
a su edad que no supo descubrir, espantada,
que la muerte inundaba su extraña voz de abismo.

Vio la hidra del vulgo, con un vil paroxismo,
que en él la antigua lengua nació purificada,
creyendo que él bebía esa magia encantada
en la onda vergonzosa de un oscuro exorcismo.

Si, hostiles alas nubes y al suelo que lo roe,
bajo-relieve suyo no esculpe nuestra mente
para adornar la tumba deslumbrante de Poe,

que, como bloque intacto de un cataclismo oscuro,
este granito al menos detenga eternamente
los negros vuelos que alce el Blasfemo futuro.

Versión de Andrés Holguín

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